Cartas a la dama negra:

Escritos sin sentido de un alma vagante sin más deseo que el de hallar la verdad de su propio mundo.
No te quedes aquí. Esto no es para ti.
Los entes sin sentido son los únicos capaces de amar y sufrir lo que es el auténtico amor: amor por otra persona, amor por la muerte, amor por la felicidad... o amor por el dolor.

domingo, abril 27

Y tú ¿qué piensas, dama negra?

JAJAJAJAJAJAJAJA

malditos locos de mierda...
estamos todos muertos. MUERTOS!! ¿Te enteras?
¿Quién no se ha enterado aún?
Yo te lo diré: no se ha enterado una puta persona en todo el mundo.

Yo escupo en este mundo.

Dama negra, ójala muramos todos.

Así ya no habría más odio.

Así ya no sufriríamos más...







¿Qué pasa, soy una cobarde?
¿Y qué coño importa?
Si nada sale bien.
Dime de donde COJONES voy a sacar la puta fuerza que me hace falta.

Dejad de presionarme.
¡Deja de presionarme!
¡Todo el mundo!

¡DEJADME EN PAZ!

Por favor..... dejadme en paz.....
tranquila... y sola...

yo no quiero hacerle daño a nadie...
dejadme en paz...

No quiero seguir así.

Paso de seguir así.

Que ganas tengo de que os den por el puto culo a todos...





...






Pero no me vais a volver a hacer llorar.
Os aseguro que no.


miércoles, abril 23

La pena del alma vagante

Triste alma vagante que recorres los caminos en busca de luz.
Penoso ente desgraciado que lucha por no gritar mientras siente como muere de dolor.
Patética sobra de vida.

¿Ya te sientes feliz, despojo humano?
Dinos a todos, dama negra, en quien hemos de confiar.

¿Crees en el amor, dama negra?

¿Y en la luz?

¿Crees que existe la vida después de la muerte?

Es más, ¿crees en la vida?


No te dejes llevar, dama negra, porque descubrirás algo horrible sobre ti.
Siempre sucede igual.
Ser quienes somos no es más que ser lo que hacen de nosotros.

La luz, la oscuridad, y las tinieblas.

Las tinieblas.

Las tinieblas dan auténtico miedo.
Son el terror, el pánico de sentir y notar, impotente, cómo la luz desaparece.
Cuando está oscuro, hay paz. Es muerte, es descanso, es quietud.
Cuando hay luz, hay vida. Es actividad, deseos, ilusiones.
Pero cuando hay tinieblas, ¿qué hacer para que no se pierda la luz?

Dama negra, siento que me han matado, otra vez. Parecen suceder unas cosas, pero es falso. Parecen suceder las contrarias, y también es falso. Y si no hay un término medio, entonces ¿es que no existe la realidad? ¿Cómo distingo entre la imaginación, las pesadillas... lo que es cierto?

...


¿Quieres que te sea sincera, dama negra?

Echo de menos mi pozo. Aquel sin luz ni fondo, donde nadie podía jamás verme.

El amor me hace daño, y el rechazo también.

¿Qué hacer ahora, dama negra?




Pero yo amo a mi amor, como él me ama a mí.
Por suerte, al hablar de rechazo no me refiero a él.


Qué maravillosa imagen, ¿verdad? Van a morir juntos, besándose... son realmente felices.

miércoles, abril 2

El fin de la agonía.

...Dama negra, ya ha sucedido.

Dime, dama negra, ¿qué hacer para sentirnos mejor?
Dama negra, ¿por qué me siento yo así? ¿Son mis sentimientos los correctos, o tiene razón quien me llama "fría", "extraña", "irreconocible"?
Dama negra, estoy totalmente abstraída. Sé lo que sucede, pero nunca me había enfrentado a algo así. Y mi último recuerdo, para colmo, no ha causado más que problemas.
Dama negra, estoy triste.
Dama negra, estoy insegura.
Dama negra, ¿qué va a pasar a partir de ahora? Si supieras cuantísimas cosas van a cambiar, lo que va a variar la vida de los que me rodean y, en consecuencia, la mía también...
Dama negra, no sé como describirte lo que siento.
Dama negra, pero mis sentimientos son sinceros, ¡lo juro!
Pero, dama negra, no los manifiesto como el resto de la gente...
¿eso significa que soy mala, dama negra? ¿significa que no la quería?
Yo creo que no significa eso...... porque tengo mucho dolor en mi interior.

"No me juzguen, por favor, yo no tengo la culpa, yo no puedo hacer nada para solucionarlo, no se enfaden conmigo, por favor!!"
Pido perdón por si no he sido justa.
Pido perdón por no haber estado allí para despedirme.
Pido perdón porque la última vez que la vi, dama negra, fue el martes santo.
Pido perdón por no haber ido antes a su cama, aunque fuera a las 3 de la mañana, en una madrugada fría y oscura, en un lugar donde todo el mundo, menos su hija, aceptaban lo que iba a pasar.
Y ahora la culpa de que haya pasado así es mía, según dicen...
Yo no estuve ahí cuando ella me necesitó.
Vio a mi hermano en una foto.
Intentó hablar conmigo por teléfono, dos días antes.
Pero sabes, dama negra, yo creí que hablaba con un muerto.
Su voz daba escalofríos.
Lo primero en lo que pensé fue al escucharla, agonizando como estaba, era que no se trataba de una mísera película de terror, pensé que era exactamente igual a una psicofonía, mundo paranormal, al que estoy tan habituada. Pero era real, y eso hacía que diera miedo. Auténtico miedo.

Y ahora yo soy mala porque no estuve allí.
Y ahora, como las lágrimas no pueden deslizarse sobre mi rostro, no soy justa, no la quiero, no aprecio nada de lo que hizo por mí.

Resulta que yo quería ir a verla y despedirme, como varias veces lo había hecho ya, pero esta vez con la seguridad de que esta sería la última (aunque muchas fueron pensando lo mismo, esta vez estaba claro).
Resulta que quería darle un beso y decirle lo bien que lo había hecho, felicitarle por no rendirse de esa manera y luchar sin cansancio por respirar.

Respirar.

Inspiración:
1...

2...

3...

4...

4 segundos.
Y de nuevo:
Inspiración:
1...

2...

3...

4...

5...

6...

7...

7 segundos.
Y de nuevo, inspiración (que no expiración). En intervalos de entre 4 y 7 segundos, su cuerpo luchaba por mantener el aire dentro de él.
Pero ya no le quedaba.
Era demasiada la lucha que había llevado y estaba agotado. Increíblemente, aún así, resistió mucho más de lo que se pensaba en un principio. ¿Verdad, dama negra? Tú lo sabes, tú la viste sufrir, tú sufriste con ella...
Pero no podía coger más oxígeno.
Y sin oxígeno, no se puede aguantar.

Era cuestión de tiempo pero, según parece, sólo dos personas lo sabíamos.
A la otra persona le ha dolido porque perdió a alguien de manera muy similar.
A mí me ha dolido por ser quien era.
Pero los demás no querían aceptarlo.
Y ahora yo soy mala porque sí lo entiendo, y no manifiesto mi dolor tanto como ellos.
¿Será porque lo tengo asimilado o porque, como según dicen, yo no la quería?

Dama negra, yo sí la quería. ¡Pero es que no me creen! No duermo pensando en ella y no me separo de su cadáver.
Quería su recuerdo y cuando lo he conseguido, según parece, es una macabridad y sólo busco un morbo en él.
¿Es que no se puede hacer algo con amor?
Sólo se puede recordar a alguien hablando de él y con trozo de ropa suya?

Dama negra, si tú la viste...
viste como está ahora, también.

Fue muy tierno cuando compararon su rostro con la Dolorosa.
Fue muy tierno cuando la llamaban una y otra vez "virgen, virgencica".
Fue muy emocionante cuando sola, gritó su hija a oscuras, únicamente con su cuerpo y mi presencia como acompañantes, que por qué la había dejado.

Y todo el mundo venía a darle a su hija y a su pobre marido el pésame.
Pero a mí nadie me conocía, y era la única persona joven.
A mí nadie me dijo nada, y yo sólo me dedicaba a mirarla fijamente, tratando de capturar su imagen hasta el más mínimo detalle para quedarme con todo, y recordarla como si la siguiera viendo.
¿Sabes, dama negra, que llegué a preguntarme por qué no se movía?
Parecía dormida.
Y cuando dormimos, nuestro cuerpo, aunque sea un poquito, se mueve, se gira. Y ella solía hacer ruidos cuando dormía con su cuerpo.
Pero estaba en silencio, quieta, con la boquita entreabierta, con su mantilla, que tanta ilusión le hacía, con sus zapatillas, que tanta ilusión le hacían, con su ropita blanca, elegida por ella misma, que tanta ilusión le hacía...

Y ella siempre cogía mi mano cuando estaba viva.
Y cuando yo era niña, me gustaba venir de la escuela y darle sustos mientras me hacía un enorme plato de migas.
Dios, cómo hacía las migas.
Nadie las hacía como ella.
... y ya nunca las volveré a probar.
Y siempre me cuidaba.
Y me decía que estudiase cosas sencillitas para no complicarme la vida y ser más feliz, porque le daba mucho miedo que yo no fuera feliz.
Y quería muchísimo a algunas de las personas que me rodeaban sólo porque estaban conmigo y veía que me hacían felices.
A Light-kun, dama negra, lo quería muchísimo.
Y yo ni siquiera lo sabía.

Y tenía un miedo horrible a la muerte.
Ella no quería morir. Quería vernos crecer.
Y lloraba porque siempre fue consciente de lo que le sucedía.
Ella no podía hablar ya, no podía expresar lo que sentía, apenas si le quedaban fuerzas para mantener los párpados abiertos.
Pero seguía consciente.
Y le hablabas, y ella te entendía.
Y te movías, y te oía, y te veía, y sabía perfectamente lo que hacías.
Siempre lo supo todo.
Pero no podía hacer nada.
No podía ya mover las manos para pedirte un abrazo.
No podía llamarte si se encontraba mal.

Al final, los ojos se le pusieron en blanco mientras desayunaba.
Cuando fueron a verla, de repente y de forma inexplicable, estaba normal, como si nada hubiese pasado.
Media hora después, volvió a suceder.
Cuando volvieron a buscarla, echaron a quien estaba allí fuera de la habitación y cerraron la puerta.
Minutos después salieron, y ya había muerto.
El poco oxígeno que le quedaba en la sangre se le había agotado, y ya no llegaba a su cerebro.
Su cuerpo ahora sólo era eso, un cuerpo.

Pero si la miras ahora, su sufrimiento no se ve reflejado en su cara.
Dama negra, está preciosa.
Tiene el rostro sereno, tranquilo, ¡y soy tan feliz, de ver que ya ha dejado de sufrir!
Llevaba cuatro años agonizando, dama negra.
Pobre mujer, cuánto que ha pasado... tanto miedo, tanto terror, y tanto dolor.
Y era una mujer tan buena...

Y ahora la ves maquillada, en su caja, con su cuerpo pequeñito... y parece que duerme.
Y yo me sigo preguntando si se dará la vuelta y cambiará de postura.
Pero he pasado 21 horas junto a su cuerpo, y no se ha movido. He dormido junto a él. La única luz que había era la que le iluminaba a él. Y abría los ojos, y lo primera que veía era su estampa ahí, quieta, pacífica, tras el cristal. Sin darse cuenta del sufrimiento de los que la querían que había detrás. Sin darse cuenta de nada. Tranquila, agradable... dormida.
Qué hermoso, dama negra, que ya puede descansar...
Qué bien, dama negra, qué contenta que estoy por ella.

Aunque ya no me haga más sus migas.
Aunque ya no me hable más de sus cosas, ni me pregunte ya más por las mías.
Aunque ya no me pregunte por "ese chico que te gusta" o por "¿cómo pasa eso?" o diga "Hipólito, cállate y déjala hablar, que entiende más que tú" como decía cada vez que veíamos la tele juntos y salían documentales de bichos raros y no entendían por qué se portaban así... y yo les explicaba lo que sabía.




........




........




Ay, dama negra, ¡que ya estoy llorando!
Vaya, al final he tenido que escribirte a ti para poder dejar fluir mis emociones.
Mira que he hablado con las dos únicas personas que vinieron a verme, de forma incondicional y que estuvieron tiempo conmigo, dándome apoyo, y con ellas me emocioné muchísimo: con una, lo llevábamos viendo de hacía mucho tiempo y siempre ha estado ahí, conmigo, como mi sombra, maravillosa. Y la otra persona se quedó aunque no tenía que hacerlo y tenía mucha prisa, y estuvo conmigo escuchando todo lo que por mi mente y mis recuerdos pasaba.
Y me dieron las manos.
Y vi que de verdad se preocuparon por mí.
Y yo, dama negra, ya no me sentí sola ni desplazada entre tanta gente desconocida que no se apenaba por mí porque no sabían quien era yo.
Sí, estoy es muy egoísta... lo admito: me daba envidia que mi madre y mi abuelo recibieran tantos abrazos y besos, y yo, que estaba destrozada... a mí no me miraba nadie, más que algunas que me conocían de vista y me daban un beso a veces.

Pero, dama negra, yo sufro, dama negra. Los lagrimones me están recorriendo ahora mismo mi cara. Me duelen los ojos y la cabeza, me siento horriblemente mal, no voy a poder ir a su entierro, ¡¡maldita sea!! Y yo, dama negra... yo estoy triste, porque la he perdido... he perdido a mi abuelita, que tanto la quería, que tanto me quería, y por suerte, viendo que se iba a morir, yo le di todo mi cariño y le dejé muy claro lo que sentía por ella en este último tiempo. Pero los demás creen que no la quiero, y que no me apena su ida, porque no me han visto llorar, porque yo no hablo del tema, porque estoy siempre callada... no se dan cuenta de que el amasijo de carne en que se han convertido mis intestinos no me deja si quiera abrir la boca.
Y sin embargo, dama negra, ella sí lo sabía. Ella sí se había dado cuenta, aunque lo había dudado durante muchos años, porque yo nunca he sido una persona cariñosa con ella, ni con nadie. Porque aunque sienta mucho, yo nunca jamás manifiesto mis sentimientos. Porque es algo que está dentro de mí y pienso que es sólo mío... pero a veces me siento mal porque las personas no me comprenden a causa de eso, y piensan que mi mente es mucho más horrible, fría, calculadora y cruel de lo que lo es en realidad... y luego los miro, y veo ¡que tengo tanto amor que dar!
Dama negra, pero ella sí sabía que yo la quería, porque fui previsora, porque yo ya sabía lo que iba a pasar, porque le dejé muy claro lo que sentía por ella y porque los mejores ratos que hemos pasado juntas, los más felices, han sido los que hemos pasado últimos.
Lo último que le dije fue "volveré a verte en cuanto pueda", tras haberme quedado dos días en el hospital, con ella, durmiendo allí una noche.
Después hable con ella por teléfono, con la psicofonía, y no le dije "te quiero". Sólo le dije "adiós", porque pensaba que podría ir a verla una última vez y despedirme de ella.
Pero se suponía que esa vez iba a ser ayer por la tarde. Mi padre me iba a llevar a verla, porque ella, como sabía que yo la quería, estaba todo el día preguntando por mí, porque yo la hacía sentir bien, porque conmigo disfrutaba, de verdad, y cuando venía gente a verla se quedaba quieta, para tener fuerzas para moverse y hacerme sitio en la cama cuando llegase yo, porque ella quería que fuera yo la que se sentase en la cama a su lado y le pasara el brazo por detrás y la acariciase y no otra persona.
Pero murió por la mañana.
A las 12 del medio día del 1 de abril.
Y aquí estoy, dama negra, escribéndote a ti lo horrible de esta experiencia.
Es la primera vez que pierdo a un ser querido (por muerte, al menos).

No pude despedirme de ella.
Hubiera querido ver cómo se le cerraban los ojos.
Hubiera querido ver cómo la amortajaban y la maquillaban, cómo le cosían la boca y le ponían el pegamento, si llegaron a ponérselo.
Pero de todas formas, esas cosas no te dejan verlas.

Mi abuelita ya está muerta.
A partir de ahora van a cambiar muchas cosas.
La rutina diaria será muy distinta. Ella nos condicionaba mucho a todos, sobre todo a su hija, y a su marido.

Y no voy a poder ir a su entierro.

Por lo menos ya no sufre.
Y acabo de llorar por ella mientras te escribo, dama negra.

Por lo menos sé que sabía que la quería.

Por lo menos, eso compensa que no haya podido estar con ella en sus últimos momentos.


Eso, por lo menos.....







"Tranquila, abuelita, no te esfuerces más,
ya no necesitas respirar...

Descansa."