Cartas a la dama negra:

Escritos sin sentido de un alma vagante sin más deseo que el de hallar la verdad de su propio mundo.
No te quedes aquí. Esto no es para ti.
Los entes sin sentido son los únicos capaces de amar y sufrir lo que es el auténtico amor: amor por otra persona, amor por la muerte, amor por la felicidad... o amor por el dolor.

viernes, febrero 22

Querida dama negra:

Dama Negra, es la primera vez que te escribo a través de un ordenador.
Acostumbrada como estoy a dejarte mis cartas en mi diario, con todos mis pensamientos abstractos siempre escritos en clave ante el peligro de que alguien pudiera leerlos y, peor aún, comprenderlos, se me hace extraño expresar mi interior mediante un teclado y ver como, casi simultaneamente, mis pensamientos van apareciendo con letras manuscritas en una pantalla.
Dama negra, ¿será que pierdo la esencia de la caligrafía, de todo lo que de mi personalidad se revela a partir de mi mano y las líneas que esta dibuja? Dime, dama negra, como siempre te pido que me digas, qué es lo que hay en tu interior.

A raíz de una pérdida extrema de mi intimidad dejé de escribirte en esas hojas perfumadas de mi diario, y desde entonces siempre pienso y espero en el momento en que vuelva a poder retomar mis pensamientos por donde los dejé. Sin embargo, dama negra, muchos meses han pasado, ocho concretamente, y la ansiedad de expresarme, ya sea de forma abstracta o no, me invade y me corroe como un su enfermedad a un leproso.

Por tanto, y desesperada ante mi incomunicación contigo, he decidido crear mi "diario" en un lugar al que puedo acceder casi siempre que quiera, y donde sé que no me va a leer nadie. Es posible que me equivoque pero, ya me he encargado, mediante enlaces en lugares estratégicos, de que si alguien llega algún día aquí sea alguien que realmente ansíe mi interior, desee conocerme... me quiera.
Y la verdad, aunque tengo muchísimos pensamientos en mi mente ahora mismo y desearía más que nada recibir un abrazo y un beso de alguien, y dormirme después sobre su cuerpo, a pesar de todo eso, este momento en el que te estoy escribiendo me siento feliz.
Tú siempre has sido mi amiga, llegas junto a mí desde hace años, en mi memoria, en mis deseos, en mis miedos... te veo cuando duermo frente a mi cama velando por mí y luego me doy cuenta de que es falso, de que tú no estás ahí, pero siento tu presencia porque el hecho de saber de ti me impulsa a creer que alguien me comprende. Aunque ese alguien seas tú, alguien a quien no conozco, a quien no he visto jamás, a quien está en mi mente, mi amiga invisible, que vela por las almas de las personas en el mundo y sufre por nuestro sufrimiento tratando así de ayudarnos a superarlo.
Eres como una religión, como un dios, como alguien que te hará feliz y siempre estará ahí cuidando de ti, escuchando todo lo que tienes que decirle, dándote su apoyo... y sin embargo, no existes en este mundo.
Qué triste es pensar que, por más que te escribo una y otra vez, nunca jamás me has respondido, ni me has dado consejo. Tú sólo te mantienes ahí, en tu sitio, mirándome fijamente con esos ojos que yo desconozco, pero que sé son intensos y pueden penetrar hasta lo más profundo de mi ser, haciendo que me sea imposible tener secretos para ti.
Qué maravilloso es, al mismo tiempo, a pesar de tu quietud permanente, saber que me comprendes y que sabes todo lo que yo siento, porque tú conoces el dolor mismo.
Me pregunto si también serás capaz de sentir amor.
Me pregunto si también serás capaz de sentir felicidad, de querer a alguien, o de tener ilusiones y luchar por ellas.
Tal vez no puedas, porque te dedicas a vagar por el mundo como un alma en pena tratando de hacer que las personas vean su interior como tú lo ves, para que puedan conocerse y saber lo que tienen que hacer, pero ellas no son tan superiores como tú, que eres un ente maravilloso y por encima de todos los humanos.
Tú eres, dama negra, la gran verdad de este mundo.

Y aspiro a conocerte algún día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario